Posteamos esta noticia encontrada en Kaosenlared y que habla sobre la reactivación de las protestas populares agrarias en Colombia
Se reactiva la protesta popular agraria desde el 12 de octubre ante la intransigencia gubernamental en las Mesas de negociación organizadas para levantar el paro del 19 de agosto pasado. Santos se atornilla en su modelo neoliberal militarista.
Esa ha sido la lógica de las movilizaciones populares en varios países de América Latina. En nuestro continente las protestas han transcurrido por varias fases.
El contexto histórico de la protesta social en América Latina
se encuentra asociado a cinco etapas: 1. La presencia de los populismos
históricos de mediados de siglo XX, que llevaron a la integración de
las clases populares al sistema político liberal. Los casos más
conocidos fueron el peronismo en Argentina, el varguismo en Brasil, el
cardenismo en México y el gaitanismo en Colombia.
Otro elemento importante de este período fue el auge de los sindicatos
obreros que en nuestro caso significó la creación de la CTC y la UTC.
2. La fase autoritaria de principios de
los 70’ que se caracterizó por la dispersión de las demandas sociales y
de las agencias políticas en general, desde los históricos partidos
políticos hasta las asociaciones gremiales. Lo vivimos con el cuasi
autoritario Frente Nacional que se prolongó hasta los años 80 que cerró
con el Estatuto de Seguridad y su serie de torturas, desapariciones y
masacres.
3. El regreso a la democracia liberal de
inicios de los 80’ y en algunos países del continente hasta entrados
los 90’. En esta fase ocurrió el regreso a las libertades y aperturas
políticas y las demandas sociales, a la lucha democrática, así como por
el surgimiento de nuevos movimientos sociales y agrupaciones de
resistencia urbanas y rurales.
4. La marea neoliberal de mediados de
los 90’ que, junto a otras medidas estructurales como las
privatizaciones, el proceso de reducción del Estado y leyes de
flexibilización laboral, llevaron por un lado al debilitamiento de los
grupos de resistencia y por el otro a la multiplicación de la protesta
popular.
5. La actual coyuntura, que podríamos
denominar de auge de la protesta social y manifestación de los nuevos
movimientos sociales, incluye nuevas luchas ciudadanas como el derecho a
la información, el control de los monopolios mediáticos, las demandas
medioambientales, las demandas indígenas, las rebeliones campesinas, las
movilizaciones urbanas, las luchas femeninas, demandas de
homosexuales, los movimientos mineros y lesbianas, entre otras.
En los años recientes, hicieron eclosión
diversas manifestaciones "callejeras" en países como Perú, Ecuador,
Bolivia, México y Argentina, Paraguay, Venezuela, para no mencionar el
Movimiento de los Sin Tierra en Brasil, Chiapas en México y el
movimiento guerrillero en Colombia.
Desde el próximo 12 de octubre se reactiva el movimiento social agrario colombiano
con acciones colectivas, bloqueos y huelgas para exigir del gobierno
el cumplimiento de los acuerdos pactados recientemente para levantar los
paros realizados desde el 29 de agosto que implicaron una parálisis
general del país.
Viene un nuevo ciclo de protesta
legítima en todas las regiones. En el Catatumbo, donde hay una crisis de
las conversaciones porque los delgados de Santos adelantan un sabotaje
deliberado de la Mesa y los militares de la Fuerza Vulcano de Tarea
Conjunta se niegan a reconocer la ruta de conformación de la Zona de
Reserva Campesina, despareciendo líderes en el Tarra. En Boyacá,
Cundinamarca, Nariño y Cauca porque los avances en lo pactado no se
materializan en soluciones puntuales a las demandas de los pliegos de
peticiones. Similar situación se vive en el sur de Bolívar, en
Barrancabermeja, en el bajo Cauca antioqueño, en Putumayo, en Arauca y
Meta.
Con el agravante de que los militares
han reactivado los grupos paramilitares y ya han asesinado varios
líderes en el Huila, Sucre, Cauca, Cucuta, ciudad ésta en la que se ha
presentado un masivo desplazamiento de centenares de campesinos desde el
corregimiento de Palmarito.
Circunstancia que ha reavivado el
malestar general de las masas rurales y urbanas dispuestas a desatar un
nuevo "ciclo de protestas" como una fase que se caracterice por el
conflicto intenso y la beligerancia a todo lo largo del sistema social,
incluyendo de nuevo una propagación rápida de la acción colectiva, de
grupos y sectores más movilizados a menos, con aceleración en la
innovación de las formas de beligerancia (bloqueos, paros, huelgas,
plantones y disturbios), con marcos de acción colectiva nuevos o
transformados (como el pliego de peticiones de la MIA), una combinación
de participación organizada y tal vez desorganizada, con una secuencias
de interacción entre retadores y autoridades, que muy probablemente
puede desembocar en más represión, o en reformas o de pronto en una
revolución, quien quita. Es lo que puede sorprender a Santos y su
gobierno hundido en la parálisis.
Se trata de un nuevo ciclo de
inconformidad y rebeldía que plantea un tramo de conflictos sostenidos,
apalancado por los desequilibrios sistemáticos de la sociedad que desata
el modelo neoliberal; por la intransigencia de las elites a la hora de
admitir reformas como se ha visto en los diálogos de paz en La Habana;
por la ocurrencia de acontecimientos inesperados que desencadenan
revueltas como el cinismo de Santos al descalificar la rebelión popular;
y por la pérdida de legitimidad de las clases dominantes.
Muchos omiten este último aspecto a la
hora de sopesar la desesperada situación del señor Santos y de su
proyecto reeleccionista por otros cuatro años más.
Santos vive una profunda crisis de
legitimidad, recogida en varias encuestas, que no es más que las
carencias de un soporte cognitivo de la estructura socialmente
organizada del poder y de comandos particulares de dominación, que son
los que facilitan a largo plazo el funcionamiento operativo del sistema
mediante mínimos de fricción, coerción y lucha por el predominio. La
pérdida de legitimidad política que experimenten las estructuras de
poder nos está mostrando el hecho que el discurso de poder, emitido por
los actores hegemónicos del sistema político, como el Jefe de la Casa
de Nariño y sus partidos, ha perdido su capacidad de ser dicho, es
decir, de reproducirse y nutrirse, convirtiéndose en un discurso
intrascendente, que es asumido como falso e irracional por la sociedad;
dándose la circunstancia que uno de los factores de la socialización
humana se queda sin su pertinencia histórica, pues los procesos dentro
de los sistemas humanos están regidos por acciones discursivas,
enunciativas, simbólicas y expresivas cambiantes.
Es por tal razón que la pregunta que nos
estamos haciendo hoy es la siguiente ¿Qué posibilidades hay de que
estas manifestaciones expresen identidades de resistencia y, más aún, de
que se transformen en identidades de proyecto pasando de ser una
comunidad creada en torno a la resistencia a una identidad proyectada,
que potencialmente no sólo puede reconstruir su lugar sino que, al
hacerlo, puede transformar la sociedad y el Estado neoliberal que
profundiza la crisis, mediante un bloqueo absoluto del régimen de
dominación que omita la rutina electoral y su red de partidos políticos ?
A favor de una respuesta positiva a esta
cuestión está el nuevo marco de acción de los movimientos agrarios que
incorpora un bien elaborado pliego de peticiones reflejo de su elevado
nivel de conciencia y organización que es más una estructura en red,
horizontal y versátil.
Vamos nuevamente al paro popular campesino este 12 de octubre.
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