jueves, 9 de febrero de 2012

L
La aparición gradual del lenguaje fue un proceso clave en el proceso de hominización. La configuración de los procesos de diálogo significó de un lado la reducción de la fuerza de los instintos y el incremento de las dosis de racionalidad. Con el invento de la democracia el diálogo cobra fuerza como herramienta de deliberación y de toma de decisiones a favor del bienestar común. La política como hermana gemela de la democracia aparece como el arte de conjugar los diferentes intereses en la búsqueda del interés común.
De sociedades con autoridades impositivas vemos aparecer sociedades más participativas donde los ciudadanos y las ciudadanas  ya no están dispuestos a ser objeto de gobierno sino sujetos activos en la gestión del desarrollo local. Es por eso que de un concepto inicial de gobernanza como ejercicio de poder pasamos a un concepto de gobernabilidad democrática intercultural donde se reconoce la existencia de múltiples actores, con diversos marcos culturales e intereses que requieren definir puentes de entendimiento común a favor del bienestar colectivo.
De ahí la necesidad de armonizar una tradición democrática de derechos individuales con la tradición de derechos colectivos. Por ello surge la necesidad de armonizar los enfoques de derecho occidental con los de la antropología jurídica, los derechos consuetudinarios y el sentido común como referencias para encontrar significados y sentidos compartidos en la convivencia social y la gestión ambiental, motivo de nuestro análisis.
En una perspectiva de gobernabilidad democrática intercultural el reto fundamental es el reconocimiento y respeto de la perspectiva y los derechos de cada actor de manera ponderada, equilibrada de tal manera que las decisiones resultantes estén claramente orientadas hacia el bienestar común. El reto es mayor porque no sólo se trata de acuerdos sociales favorables hacia los actores sino que se mantenga la estructura y las funciones de los ecosistemas.
Es por eso que la gestión territorial tiene que considerar de manera apropiada tanto el sustrato biofísico como los componentes de los procesos socioeconómicos y culturales.  La legítima agenda de derechos de los actores no puede dejar de tomar en cuenta una perspectiva de gestión de ecología de paisajes. Una mirada integradora busca lograr un equilibrio entre la energía cultural y los procesos ecológicos a nivel micro, meso y macro.
En tanto las localidades, regiones  y países no son entidades aisladas también hay que conjugar una serie de elementos que inciden en los paisajes culturales. Entre estos elementos se señalan: las necesidades energéticas, la infraestructura para la gestión del conocimiento, las condiciones para la explosión de condiciones de creatividad e innovación, entre otros factores. La discusión de una agenda legítima de derechos de los actores no puede desconocer los diferentes factores que modulan nuestra apuesta civilizatoria. Más en:http://www.ecoticias.com/sostenibilidad/61302/Dialogo-gobernabilidad-ambiental

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