viernes, 25 de noviembre de 2011

El Mediterráneo Occidental aloja a ecosistemas únicos, cuya biodiversidad es producto de la intervención humana. El alcornocal, no se puede entender sin los hombres y las mujeres del campo. Ni ellos sin su entorno. Tras cada tapón de cada botella de vino, no sólo está el imaginario hueco que dejó en la piel del árbol. Están las manos, los brazos, los cuerpos de los hombres que lo desnudaron. Y sus hijos, sus mujeres, sus casas, sus pueblos…su entorno, que fusiona la diversidad natural y cultural en un todo.
Los hombres sacan el corcho durante dos o tres meses al año: desde junio a septiembre. El resto del año cavan sus tierras y huertos africanos, se dedican a las múltiples tareas forestales que tienen lugar en las sierras andaluzas; trabajan de albañiles y camareros en las ciudades o se emplean de temporeros en las vegas…hasta volver a ser hombres del corcho.




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