Galicia Hoxe. Gustavo Duch. 8 de junio de 2011
La
perca del Nilo, a veces vendida como mero, llega desde el lago
Victoria, en el centro de África. Brasil ya es el máximo exportador de
pollos; al igual que Chile lo es en el negocio de criar, engordar y
repartir salmones por el mundo. Los pepinos de España viajan a Holanda
en invierno; en verano hacen la ruta en sentido contario. Los espárragos
de Navarra, sólo se envasan en Navarra una vez aterrizan del Perú o la
China. El panga que dan de comer en las escuelas viajó desde Vietnam y
el atún enlatado proviene de El Salvador o se le roba a los mares de
Somalia.
Los pollos para que engorden rápido no pueden ver el Sol, no salen de
sus jaulas. Las gallinas ponedoras para que pongan más huevos padecen de
exceso lumínico, y a penas pueden dormir. Los cerdos están tan
asardinados que cuando uno estornuda todos se contagian de gripe. A las
vacas vegetarianas –durante una temporada loca- se les alimentó con
restos de vaca. Ahora se investiga como engordar peces carnívoros con
una dieta rica en soja. La soja también alimenta a los coches
(agrocombustibles) y con sus desperdicios aún se consiguen raciones de
pienso para los cerdos.
Si fuera mentira nos parecería exagerado. Pero así es la alimentación
del siglo XXI. Un rarísimo sistema contranatura en manos de muy pocas
transnacionales, que ganan dinero a base de arruinar la pequeña
agricultura tradicional, de ensuciar y contaminar el planeta, y como
vemos –susto tras susto- poniendo en jaque la salud de la población
consumidora. Vacas locas, dioxinas, gripes, ecolis… Todas estas
enfermedades guardan el mismo patrón: patologías graves de origen bien
conocido: la codicia.
Esperemos que el brote de E.Coli frene en breve, y que sirva para una
reflexión: el combate a estas enfermedades no pasa por mejorar los
sistemas de control. Como dice mi amiga Marta Rivera, «la mejor garantía
de seguridad alimentaria son políticas a favor de la soberanía
alimentaria». -¿Y qué es la soberanía alimentaria? -se preguntarán. Pues
lo explica un dicho africano que me he permitido modificar
ligeramente: «Mucha gente pequeña, en muchos lugares pequeños, cultivaran pequeños huertos,… que alimentarán al mundo»
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