Por Andrés Villena.
El conocido como “Pacto del euro” está a punto de ser suscrito. Este
acuerdo tendrá lugar, en definitiva, con el siguiente mensaje de fondo: la única salida a la crisis de la deuda europea reside en el incremento de nuestra competitividad exterior.
Si reflexionamos sobre el régimen de desigualdades o falta de
libertades, según se trate, existente en países como China, India,
Brasil o Marruecos, podemos imaginarnos a qué tipo de modelo quieren que
nos aproximemos para estar en la palestra. Para vender, tendremos que sudar sangre, o trabajar más y cobrar menos.
Esta es la idea de competitividad entendida solo desde un punto de
vista y con una mirada a corto plazo. El Pacto del Euro es el consenso
de la resignación: sin tener en cuenta a los que salen ganando,
asumiremos que nuestro camino consiste en regresar, paso a paso, al
siglo XIX.
Sin entrar en muchos detalles –las medidas son parecidas a los planes
austeros impuestos por el gobierno español desde el año pasado-, una
traducción de estas reformas a un lenguaje que nos permita enterarnos de
qué está pasando podría ser la siguiente: se trata de un avance en el
proceso de empobrecimiento ciudadano que llevamos experimentando durante
varios años y en el que la burbuja inmobiliaria (1998-2007) juega un
papel necesario, como período durante el que vivimos “por encima de
nuestras posibilidades” y por el que tenemos que pagar acomodando
nuestros recursos sociales al verdadero nivel de riqueza de nuestras naciones. De este modo, la cristiana Europa nos saca del Jardín del Paraíso para que purguemos en la Tierra los pecados originales cometidos.
Afortunadamente, la población española y europea ya no está dormida y
el próximo 19 de junio representa una excelente oportunidad para
demostrarlo. De esta manifestación de descontento e indignación
ciudadana deben surgir muchos gritos y una descomunal cifra de
participantes que refleje la fuerza de una ciudadanía que quiere jugar
un papel importante en la configuración de su futuro. Pero los
organizadores e impulsores de estos movimientos han de tener en cuenta
un objetivo clave: la gente necesita identificarse con un proyecto, unas
metas y unos medios que sean comprensibles, alcanzables y, al mismo
tiempo, ambiciosos. Si hasta ahora la protesta unía a distintas cohortes
de edad, diferentes ideologías, estilos de vida, etc. en torno a un
rechazo a lo antiguo –el bipartidismo, la corrupción
institucionalizada, la pasividad ciudadana o la sumisión al capital
financiero, entre otros-, ha llegado el momento de crear esas
“identidades de resistencia” o caminos alternativos que sugiere el
sociólogo Manuel Castells para la actual era de la información. http://blogs.publico.es/andresvillena/2011/06/14/el-19-j-ante-el-pacto-del-euro-o-la-resignacion-consensuada/
Más en:http://blogs.publico.es/andresvillena/2011/06/14/el-19-j-ante-el-pacto-del-euro-o-la-resignacion-consensuada/
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