lunes, 22 de octubre de 2012

Trabajar contra la pena de muerte obliga a hablar continuamente sobre condenas y ejecuciones. Eso lo convierte en un tema del que no es fácil hablar de una manera alentadora. Sin embargo, con motivo de la celebración del Día Mundial Contra la Pena de Muerte, quiero hablar de avances. Estos avances son fruto de los resultados de años y años de lucha contra este castigo cruel, inhumano y degradante. Toda Europa (salvo Bielorrusia), América (salvo Estados Unidos) o la región del Pacífico son zonas donde la pena capital no es sino un recuerdo del pasado. Cuando Amnistía Internacional comenzó su campaña, hace 35 años, tan solo 16 países en el mundo eran abolicionistas. Hoy día, más de 140 países, dos tercios del mundo, han rechazado la pena de muerte. Esto significa que sólo durante los últimos 10 años, más de 30 países se han convertido en abolicionistas, bien en la ley, bien en la práctica.

Este dato es la consecuencia del esfuerzo de miles de personas en todo el mundo. Cuando pienso en esa cifra, pienso en las personas que comenzaron esta carrera por la abolición; pienso en las personas que en países como Portugal, Francia o Chile, primeros países en renunciar a la pena capital, se movilizaban para concienciar de que matar en nombre del estado viola derechos básicos, como el derecho a la vida. También pienso en las dificultades a las que se enfrentan las personas que luchan contra la pena de muerte en países como China, Irán o Estados Unidos, entre otros, donde año tras año el número de ejecuciones los coloca a la cabeza de un irreductible grupo de países que se niega a aceptar la realidad: la pena de muerte no es la solución.
Más en: http://www.eldiario.es/amnistiaespana/Razones-campana_6_56404368.html

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