Tokio. MARIO CASTRO GANOZA
Corresponsal en Japón – El Comercio
Seis meses después del terremoto y posterior tsunami que el 11 de marzo devastaron la región de Tohoku en el noreste del país, Japón sigue luchando a brazo partido por contener los escapes radiactivos de la planta nuclear Fukushima 1, cuyos reactores sin embargo se encuentran bajo control y rumbo a su desactivación total o “parada fría”.
Hasta el momento, Tepco, la empresa administradora de la planta nuclear, va cumpliendo en los plazos previstos la hoja de ruta que presentó el 16 de abril y según la cual necesitaría de seis a nueve meses para poner punto final a la crisis, lo cual abriría la posibilidad para que las personas que fueron evacuadas en 30 km alrededor de la central regresen a sus casas, luego de que el terreno sea descontaminado, proceso que ya se encuentra en marcha.
Actualmente, Tepco se encuentra en el segundo paso, de los tres que contempla la hoja de ruta: las emisiones radiactivas se han reducido en un 80%, el reactor número 1 (el más dañado y que mayor radiación liberaba) está detenido, los operarios trabajan actualmente en los reactores 2 y 3, mientras que la urgencia inmediata de Tepco es acelerar la descontaminación de las 120.240 toneladas de agua de mar que hasta el momento ha utilizado para enfriar los reactores.
Otro problema con el que Tepco y el gobierno deberán lidiar una vez detenidos los reactores, es dónde almacenar todos los escombros y desechos radiactivos que por el momento son colocados en la central ante la protesta de las ciudades aledañas.
ESFUERZO NACIONAL
En el ámbito social, laboral y de infraestructura, y afortunadamente con buenos resultados, el pueblo y las autoridades de Tohoku siguen recuperándose y esforzándose por levantar todo lo que destruyó el terremoto de 9 grados en la escala de Richter que les tocó vivir, el más potente de la historia, y el posterior tsunami con olas de hasta 35 metros de altura que superaron todas las medidas de seguridad y prevención contra un fenómeno natural tan propio de su geografía.
En esta labor de reconstrucción, los damnificados siguen contando con la solidaridad de sus compatriotas y de las colectividades de extranjeros residentes en el archipiélago, entre los que se cuentan numerosos latinoamericanos que no solo siguen organizando campañas, colectas y actividades para continuar enviándoles comida, ropa y utensilios, sino que según una reciente encuesta nacional, aceptan mayoritariamente y de buen grado que les aumenten el impuesto al consumo para destinar los fondos a las reconstrucción.
Por otro lado, y a pesar de que la resignación y el aguante ante la adversidad son conductas y valores bastante conocidos y tradicionales del pueblo japonés, seis meses no han sido suficientes para que los damnificados superen el dolor de sus 20.000 muertos. Asimismo, el trauma de haber soportado semejante golpe de la naturaleza ha dejado en alerta roja al país, porque según los expertos puede repetirse en cualquier momento.
Este dolor y estrés en la población ha tenido dos efectos, ambos psicológicos: por un lado y en el ámbito nacional pero principalmente en la zona del desastre, el aumento de matrimonios. “Es como si el terremoto hubiese hecho ver a la gente la importancia de la familia, de tener a alguien”, explica el vocero de una agencia matrimonial a El Comercio. El segundo efecto es el considerable aumento de los cuadros de depresión y alcoholismo así como algunos suicidios entre los damnificados, por lo general gente mayor que ha perdido todo lo que tenía o que se ha quedado sola al morir sus cónyuges, hijos o nietos.
FUERA DE LOS REFUGIOS
Actualmente, los aproximadamente 800 refugios que en su momento atendieron a 350.000 damnificados del desastre, han cerrado sus puertas y los ocupantes han pasado a casas temporales, a vivir con familiares o a otras instalaciones del Estado.
En un país tan pequeño como Japón y en donde solo es habitable el 30% de sus 377.835 kilómetros cuadrados, el principal problema que enfrentan las autoridades es qué hacer o dónde colocar los 22 millones de toneladas de escombros que generó el tsunami de marzo pasado.
RECORDARON A VÍCTIMAS DE LA TRAGEDIA
Ishinomaki (Efe). El noreste de Japón se paralizó ayer para rendir homenaje a las aproximadamente 20.000 víctimas del terremoto del 11 de marzo, con un minuto de silencio solo roto en algunos lugares por sirenas de emergencia que marcaron los seis meses desde la tragedia.
A las 2 y 46 (hora de Japón), el mismo horario en que hace medio año un devastador sismo de 9 grados sacudía el noreste japonés, los residentes de lugares como Ishinomaki, una de las ciudades más afectadas, recordaron a las víctimas en silencio, entre lágrimas y con oraciones.
El parque de Hiyoriyama, desde donde se contempla el que era el antiguo puerto de Ishinomaki, apareció lleno de flores, incienso y mensajes de solidaridad, mientras tras el minuto de silencio comenzaban a retumbar los ‘taikos’, tambores japoneses, desde una isla en medio del río que se adentra en la ciudad.
En ese lugar, cercano a la explanada donde cientos de casas fueron tragadas por el tsunami, se creó un gigantesco arco iris formado con miles de mensajes de solidaridad llegados de todas partes del mundo.
En Tokio, a los homenajes se sumaron varias concentraciones de grupos antinucleares para protestar contra la energía atómica. Más en :http://elcomercio.pe/mundo/1300904/noticia-japon-seis-meses-despues-tragedia-aun-persiste-radiacion
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