La verdadera
dimensión, del poder de la industria Nuclear nos la da la
tragedia del Japón, en medio del terremoto, del tsunami y de la
catástrofe nuclear. La empresa TEPCO continua al mando de las
operaciones, la razón no es solo económica y que se manifiesta en
su inmenso poder sobre los medios de comunicación, mas de 400
centrales en marcha en el mundo, 15 en construcción y otras 40 en
proyecto, la razón es quien narices tiene la cantidad de personal
cualificado necesario para abordar una catástrofe como la de
Fukushima, nadie.Así pues somos rehenes
de la soberbia tecnológica NUCLEAR, del entramado, tecnológico y de
intereses económicos, de la industria de generación de
electricidad...
Obama ha dicho, como de
pasada, una frase definitoria “Nada es completamente seguro nada es
completamente peligroso”. El problema es que cuando hablamos de
radiactividad estamos ante palabras mayores.
Las secuelas no
desaparecen como por ensalmo, y sobre todo ese engendro diabólico
creado por la industria Nuclear Francesa el MOX, (material usado en
la planta 3 de Fukushima) que consiste en reutilizar el uranio ya
usado con Plutonio, la razón es prolongar la vida útil del
combustible para las centrales nucleares.
Las centrales nucleares
contaminan el mundo, mientras se desprecie el efecto del peligro
nuclear sobre la humanidad. Un paso decisivo en la seguridad nuclear,
fue la prohibición de las pruebas nucleares. Y esta prohibición,
nos demuestra que la prohibición de el uso de las centrales si que
es posible. De la misma manera que se hizo mundialmente esta
prohibición, hoy se puede, y se debe, plantear el desmantelamiento
de las centrales existentes, así como la prohibición de la
construcción de nuevas centrales.
La primera central de
generación eléctrica se construyo en la Unión Soviética y desde
allí se camino a Chernobil pero antes ocurrieron otros accidentes
que se mantuvieron en secreto por el bien del socialismo.
La clave esta en que la
energía nuclear es considerada como un medio mas para obtener
electricidad, neutro, utilizado tanto por el sistema capitalista como
por el socialista, así pues goza del privilegio del prejuicio
ideológico, por lo que las nucleares tienen otra coartada histórica.
Pero los humanos no hemos dejado de pensar.
¿Tenemos derecho en
nombre del mito del crecimiento a contaminar de forma irreversible a
nuestros nietos? NO.
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