Al hablar de la encina en nuestro país, los botánicos distinguen dos
variedades y dos tipos de bosque muy distintos: la subespecie ilex,
ligada a los litorales norteños, que forma los alzinares catalanes y
encinares cantábricos, y la subespecie ballota, cuyo paisaje más
característico es la dehesa mediterránea, que el hombre y sus ganados
han ido conformando desde hace siglos.
La primera forma pequeñas selvas densas con abundantes arbustos y lianas, mientras la típica dehesa es un bosque abierto en el que el pastizal y la bellota alimentan a todo tipo de animales. En Extremadura y otras regiones peninsulares, hay miles y miles de hectáreas pobladas de encina y alcornoque que forman ecosistemas de incalculable valor por su belleza, por su diversidad biológica y por su potencialidad para generar riqueza y mantener economías sostenibles basadas en la ganadería principalmente. Más en:http://www.larevistaintegral.com/6767/encina-la-hospitalidad-de-la-tierra.html
La primera forma pequeñas selvas densas con abundantes arbustos y lianas, mientras la típica dehesa es un bosque abierto en el que el pastizal y la bellota alimentan a todo tipo de animales. En Extremadura y otras regiones peninsulares, hay miles y miles de hectáreas pobladas de encina y alcornoque que forman ecosistemas de incalculable valor por su belleza, por su diversidad biológica y por su potencialidad para generar riqueza y mantener economías sostenibles basadas en la ganadería principalmente. Más en:http://www.larevistaintegral.com/6767/encina-la-hospitalidad-de-la-tierra.html
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